En el NEA, específicamente en Chaco y Formosa, existe una amplia variabilidad en cuanto a suelos, vegetación y topografía, que sumado a la cantidad y distribución de lluvias, determinan un gran número de áreas ecológicas con distinto potencial para la producción de forraje. Se traza una amplia reseña de las especies forrajeras que mejor se adaptan a los distintos ambientes.
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