En los próximos días, los productores argentinos comenzarán la siembra de maíz tardío, un planteo productivo que ha venido creciendo en importancia en los últimos años, tanto que ya representa más del 50% de la superficie sembrada con el cereal. En esa estrategia productiva la fertilización tiene un rol fundamental, por lo cual vale la pena repasar algunos conceptos clave para ejecutarla con eficiencia.
Con ese objetivo, Profertil, líder en producción de urea granulada en la Argentina, llevó a cabo recientemente una capacitación online en la que participó el reconocido especialista del INTA Gustavo Ferrari, quien destacó que “en fechas de siembra tardías, la refertilización con nitrógeno permite aumentar un 20% el potencial de rendimiento”.
La actual campaña de granos gruesos 2020/21 está atravesada por los efectos del fenómeno de La Niña, que genera una disminución de las precipitaciones, con particular foco en la primavera. “Pero en estos casos suele haber una recuperación a partir de diciembre, enero y marzo”, indicó Ferrari.
En el marco del ciclo de videoconferencias organizado por Profertil, denominado “Si vamos a dejar huella que sea sustentable”, el experto del INTA recordó que “el corrimiento de las lluvias aumenta la participación de las siembras tardías, para darle estabilidad al maíz, haciendo coincidir su período crítico con las precipitaciones”.
Durante el diálogo que mantuvo con Mirta Toribio, responsable de Investigación y Desarrollo de Profertil, el referente mostró que “las fechas tardías le ponen un piso interesante a la producción cuando los rindes esperados están en torno a 8.000 kg/ha, mientras que si el objetivo es obtener arriba de 12.000 kg/ha convendrían fechas tempranas. Entre 9.000 y 12.000, depende del año”.
Ferrari dejó, además, otros conceptos interesantes para tener en cuenta:
- En las fechas tardías tienen mayor peso las cuestiones sanitarias.
- La nutrición es un factor fundamental para conseguir un alto rendimiento. Es clave hacer un buen diagnóstico nutricional.
- Se debe ajustar bien la densidad de siembra y la fertilización. En sus ensayos, los mayores rendimientos se obtuvieron con 75.000 plantas/ha y 220 unidades de nitrógeno.
En línea con eso, Toribio recordó que Profertil difunde desde hace muchos años las Mejores Prácticas de Manejo (MPM) para la nutrición en maíz, que incluyen determinar la dosis adecuada (en base a herramientas de diagnóstico como el análisis de suelo), elegir las fuentes pensando en una nutrición balanceada, y aplicar en el momento y forma correctos.
“Las MPM permiten aumentar la eficiencia de uso de los nutrientes, disminuir las brechas de rendimiento y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentando el secuestro de carbono de los suelos agrícolas”, indicó la especialista.
Agregó que la fertilización es clave para eso, sobre todo con tecnologías como el eNe Total Plus, que reduce la pérdida de nitrógeno por volatilización del amoníaco y aumenta un 40% la eficiencia en términos de kilos de granos producidos en relación al dióxido de carbono emitido.
Con estas estrategias y herramientas, el maíz tardío tiene mucho para seguir creciendo en la Argentina, y colaborar con la estabilidad de los planteos productivos y su sustentabilidad.