Con anticipo al Día Mundial del Suelo, desde YARA recordaron la importancia de producir de forma responsable sin comprometer futuras generaciones, protegiendo el recurso y utilizándolo de forma correcta.
El suelo es la puerta de entrada a una cultura consciente y sostenible, es clave en la captación de carbono siendo un agente indispensable en el cambio climático, es el sustento vital del cultivo y contribuye al bienestar social manteniendo la calidad alimentaria. Pero por sobre todo es un sistema vivo que debe cuidarse y hacer un uso responsable de él, considerando que es dinámico y que allí convive la biota edáfica.
Para producir necesitamos tener un suelo sano, esto implica, entre otras cosas, mover el suelo lo menos posible ya que en la rizosfera viven muchos microorganismos que fomentan la salud del suelo.
Los procesos de degradación son un tema muy importante y que debe estar presente en cada planteo agropecuario. Desde los procesos de agriculturización, el recurso suelo resultó comprometido por distintas prácticas, una de ellas las labranzas. Hoy en día, la siembra directa logró disminuir los daños al perfil de suelo que condicionan la estructura, afectan el desarrollo de los horizontes y alteran la microbiota.
La situación inicial de ese suelo, su genética, su composición química y física, al igual que la posición en el terreno, son distintos factores que se deberán considerar para adoptar medidas y hacer frente, por ejemplo, a los procesos erosivos. La no remoción del suelo favorece la estructura y evita las pérdidas del material de superficie. Asimismo, las grandes pendientes, en presencia de escorrentía y vientos, facilitan la pérdida del material. Por tal motivo, es necesario tomar medidas que ayuden a conservar el recurso suelo.
Actualmente, la caída de los niveles de nutrición son un problema que avanza. Reponer lo que nos llevamos del sistema implica recuperar la sanidad de ese suelo. Utilizar cultivos de cobertura o de servicio son una alternativa indispensable, que entre otras cosas, favorecen la estructuración del suelo, mantienen el sistema vivo, algunos fijan nitrógeno como las leguminosas y otros aportan fibra, como el centeno.
El suelo desnudo es uno de los peores escenarios, que se puede agravar más en producciones con pendientes. Para reivindicar la situación es necesario reducir la pendiente, haciendo cortes para que el agua no circule con mucha velocidad, como también sería conveniente sembrar en contorno, con el fin de dirigir el movimiento de agua y evitar pérdida de material superficial.
No explotar al suelo, no regar sin considerar la fuente de agua que se está aplicando y en tal sentido utilizar fertilizantes de alta eficiencia que favorezcan la nutrición del suelo para sacar provecho del recurso, garantizar el equilibrio dinámico y potenciar los factores físico, químicos y biológicos.
Conservar el suelo es conservar la vida, el recurso, favorecer el cuidado ambiental y fomentar la calidad en la producción.