La escasez de lluvia no solo afecta a la actividad agrícola, sino que también, la producción ganadera se ve comprometida. En las últimas semanas la situación resulta muy difícil para varias producciones, las lluvias no abundan y la escasez se profundiza frente a pronósticos poco alentadores que podrían generar menor oferta en la hacienda a mediano y largo plazo.
Enero comenzó con temperaturas extremas, por encima de los 40°C y con precipitaciones nulas, inesperadas para la época y que se sostienen en el correr del tiempo generando problemas de estrés térmico en los animales y afectando severamente los parámetros productivos. Si bien en el corto plazo la producción ganadera se ve afectada, la proyección futura también.
Los bovinos son animales homeotermos, capaces de mantener su temperatura interna constante bajo mecanismos que permiten disipar el calor. Pero el estrés térmico y sostenido genera un sobreesfuerzo en el animal, ya que sale de su zona de termoneutralidad, alterando su tasa metabólica. Los mecanismos de pérdida de calor comienzan a ser ineficientes y el estrés térmico aparece en los animales incidiendo negativamente en la productividad, en la aptitud reproductiva y en la sanidad.
Como es de público conocimiento, la condiciones de sequía que transita Argentina son cada vez más severas y el estrés térmico que sufren los animales probablemente termine entregando menores tasas de preñez, condicionando la oferta futura.
A corto plazo ya se realizan destetes anticipados para aliviar el efecto en las vacas lecheras, que de por sí comienzan a disminuir el consumo de alimento, alterando los niveles de producción. Por este motivo, el peso de los terneros podría verse afectado.
De igual modo, las tasas de preñez se ven alteradas debido a la imposibilidad de transitar una gestación que conlleva a altos requerimientos por parte del animal, bajo un contexto climático actual difícil.
Al mismo tiempo, se deberá trabajar aún más para sostener el peso a faena, que de por sí son bajos en relación a producciones ganaderas vecinas como las de Uruguay o Brasil, que promedian en 250/260 kg frente a 226 kg de Argentina.
En principio, no se espera que en el 2022 se recupere en nivel de oferta y es probable que también se vea alterada la producción de novillitos y vaquillonas destinadas a consumo.
Por último, la influencia climática no solo presiona al precio de los granos, si no que puede agotar la oferta forrajera disponible que ya sufren los cultivos como es el caso del maíz.