Enero fue un mes climáticamente atípico, en principio la falta de lluvias remarcó la sequía que dejaba diciembre, pero a partir del día 15 de enero, cuando ingresó una nueva masa de aire, las lluvias se hicieron notar dando fin a gran parte de la sequía y a la extrema ola de calor. Los cambios a corto y largo plazo sobre la ganadería argentina son inevitables y traerán consigo reducciones en la oferta del 2023.
La ganadería pasó de sequía a excesos hídricos, tal es así que el balance de agua útil en suelo a 1 metro de profundidad cambió drásticamente. Para el 3 de enero mostraba una sequía severa en casi todo el territorio nacional, situación que fue modificándose con el transcurso de las semanas hasta dar el 31/01 una nueva imágen del territorio nacional con excesos, afectando el oeste ganadero.
En la campaña 2008/09, otra gran sequía generó la caída de 2 puntos en la tasa de preñez por dos años consecutivos, lo que llevó a una pérdida total de 2,8 mill. de tenemos y 3,2 millones de vacas menos en stock (fuente: ROSGAN).
En la campaña actual, el clima provocó un fuerte daño al sector ganadero que se verá reflejado en los meses siguientes. La reducción de los servicios y la tasa de preñez llevará a largo plazo a una menor oferta del ganado en el 2023, con menos terneros, menor disponibilidad de hacienda para engorde, menor producción lechera y menos carne.
Pero a corto plazo la sequía también generará problemas, por ejemplo, animales más livianos y flacos con salidas anticipadas de los campos producto de la falta de forraje, un menor volumen de producción de carne por animal y una mayor oferta, por la fallida terminación de los animales.
Por otra parte, para la lechería es probable que los destetes se inicien antes con el fin de aliviar a las vacas que están lactando.
Para el feedlot, el panorama es complejo ya que como fue proyectado, la producción de maíz se verá afectada perdiendo hasta 8 mill. de tn., esto complicaría el mercado interno como externo, generando una gran limitante para el engorde a corral.
Por último, la sequía continúa para gran parte del NEA, que aún no recibe las precipitaciones necesarias y que mantuvo una ola de calor extrema, de las más largas de la historia con incendios en gran parte de la región que afectaron a varias producciones locales, tanto agrícolas como ganaderas.