La campaña estival 2022/23 avanza en un escenario complejo y que, a corto plazo, es poco alentador.
La campaña de los cereales de invierno 2022/23 comenzó con condiciones desfavorables, no sólo en cuanto al clima, sino también a los elevados costos, producto del conflicto bélico. En este escenario, el precio de los fertilizantes se disparó, como así también el de los cereales.
Además, las condiciones ambientales fueron determinantes, inicialmente con lluvias que fueron menores a lo usual y que afectaron los niveles de humedad en suelo e impidieron el normal desarrollo de las labores de siembra.
A medida que avanzó la campaña, la sequía se fue acrecentando y una gran parte de las producciones reflejaron los síntomas de la insuficiente agua útil, que resulta clave en los momentos de mayor requerimiento hídrico del cultivo, como es el llenado de granos, afectando severamente a la producción. En paralelo, las heladas tardías generaron pérdidas adicionales.
En cuanto a la campaña de los cultivos de gruesa, está transita con una gran incertidumbre.
La primavera dejó lluvias por debajo de lo normal, producto de un tercer año consecutivo de La Niña, lo que registra altos niveles de área total a nivel país bajo sequía severa. Esto repercutió en los porcentajes de siembra de maíz temprano que resultan bajos, e incrementos en la superficie de maíz tardío.
La combinación de pronósticos climáticos desalentadores, ya comienzan a estimar rindes potencialmente bajos, lo que corrompe la tendencia de crecimiento de los últimos 6 años del cereal de verano, aumentando la intención de siembra de soja para la campaña actual, mientras que la de maíz disminuye.
Según los últimos informes climáticos, la probabilidad de que el evento La Niña se mantenga hasta marzo de 2023 es elevada y estima que la campaña se terminará desarrollando sobre una gran superficie de sequía, empeorando el escenario.
Para el ciclo actual, se espera que las oleaginosas presenten una suba del 6% en la superficie sembrada total, mientras que la producción aumentaría apenas un 2% producto de las condiciones ambientales.
Para los cereales 2022/23 se prevé una caída del área sembrada del 9%, pero respecto a la producción el ajuste sería del 20%.