Compartimos uno de los editoriales de 2022, que mantiene plena vigencia.
Gracias a la tecnología tenemos a disposición una muy amplia variedad de series, pero nada se compara con los nuevos episodios de “Argentina, un caso único”.
Los amantes del séptimo arte todavía no tienen claro si lo que están viendo es un drama, una comedia, una película de aventuras, una de ciencia ficción o una de terror, porque a lo largo de la trama la serie incursiona en todas las categorías. Pero el hilo conductor, al margen de las circunstancias y del contexto vigente en cada momento es el permanente desafío a la ley de gravedad.
Una de las particularidades de “Argentina, un caso único” es que no tenemos ni la más mínima idea de que es lo que va a pasar en los próximos cinco minutos. Esa es la clave de las series exitosas. Lo imprevisto está por encima de cualquier razonamiento lógico.
Antes de tratar de descifrar cuál será el camino a recorrer en los próximos episodios, tratemos de tener claro cómo la trama llegó al punto actual. A primera vista parecería la serie es indescifrable para quienes no son nacidos y criados en la Argentina, pero en realidad es al revés. Los de afuera entienden perfectamente por qué estamos como estamos y los que no tomamos nota de la raíz de los problemas y de cómo funciona la ley de gravedad somos nosotros, o al menos buena parte de nosotros, aclara el Espantapájaros.
La solución viene de la mano de Netflix, que nos da la posibilidad de analizar en detalle lo ocurrido, no solo en los últimos seis años sino a lo largo de las últimas siete décadas, y más atrás también. Con el control remoto en la mano el Espantapájaros recorre temporadas pasadas con la obsesión de encontrar el momento cero en el cual empezamos a gastar más de lo que teníamos.
De manera silenciosa se fue gestando un persistente proceso de meterle impuesto a todo lo que está quieto y a todo lo que se mueve. La presión tributaria ha alcanzado niveles escandalosos, que llevan a que todo lo que consumimos sea caro y a que no seamos competitivos en el plano internacional.
En lo relativo al gasto público el análisis de episodios anteriores resume cómo fue aumentando la cantidad de personas que dependen de lo que reciben del Estado (empleados públicos, beneficiarios de planes sociales, jubilados y pensionados). Queda documentado cómo se destruyó el sistema previsional, por la incorporación de millones de beneficiarios que no contaban con los años de aportes requeridos.
También queda en evidencia el desbalance en el rubro energético, donde deberíamos tener saldos exportables, pero por tarifas pisadas y falta de inversiones terminamos gastando toneladas de dólares en importaciones. El Espantapájaros aclara que lo de “toneladas de dólares” no es un error de tipeo, sino que la analogía quedó graficada en la serie cuando se superpusieron importaciones energéticas con retenciones del complejo sojero.
Las causas de la inflación, que erróneamente muchos atribuyen a la perversidad empresaria de querer aumentar los precios para engrosar sus ganancias, quedan totalmente en evidencia con solo mirar algunos episodios en los cuales la maquinita de imprimir billetes está trabajando a tres turnos por día.
Netflix muestra como la carrera entre precios y salarios no se define en los últimos metros, sino que tiene un resultado cantado de antemano. Los empresarios tratan de aumentar los precios para afrontar futuros aumentos de costos (de insumos y los vinculados a paritarias), de modo que mucho antes de que los aumentos lleguen al bolsillo de la gente, los precios ya aumentaron dos o tres veces.
Pero la piedra angular de la inflación tiene que ver con la cantidad de moneda en relación con la cantidad de bienes y servicios. Supongamos que de un día para otro la cantidad de moneda aumenta un 20% y la cantidad de bienes se mantiene sin cambios: inexorablemente los precios de los bienes y servicios aumentarán 20%. Vuelvan a mirar a cuántas revoluciones por minuto se imprimen billetes y el IPC del día siguiente. La conclusión que saca el Espantapájaros es que, para eliminar la inflación, dejemos de emitir billetes.
El desequilibrio en las cuentas públicas ha derivado en una emisión monetaria descontrolada, antesala de la inflación, o en la necesidad de cubrir baches financieros con endeudamiento, antesala de procesos de reestructuración de deuda. En este punto Netflix compara el caso argentino con el de otros países, que también tienen déficit y deuda, pero cuyo impecable historial de cumplimiento lleva a que la deuda vieja se cancele con deuda nueva.
Los anuncios de la próxima temporada siguen mostrando una mano extendida, soltando una piedra que en lugar de caer flota en el aire. El desafío a la ley de gravedad que simboliza el pensamiento mágico imperante en las últimas siete décadas de que podemos gastar más de lo que tenemos, de que un Estado paternalista podrá resolver los problemas de todos y que los baches financieros se resuelven con emisión o con deuda. Eternamente, y que todo eso no tendrá consecuencias.
Los próximos episodios son una verdadera incógnita, ¿será más de lo mismo o veremos algo distinto?, ¿comedia, drama, ciencia ficción, película de aventura o de terror?