Meses atrás, luego de la mortandad de una gran cantidad de bovinos, se especulaba sobre la toxicidad del Siete de Oro. Finalmente un ensayo lo confirmó.
Durante el verano, en el norte de la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba se detectaron elevados casos de mortandad en animales, por lo que se sospechaba que el crecimiento de la población de siete de oro, podría haber causado estos acontecimientos producto de la provocación de efectos tóxicos directos en el cuerpo de bovinos, ovinos y equinos.
Por ello, desde entidades oficiales comenzaron investigaciones correspondientes y mediante un ensayo experimental realizado por el Servicio de Diagnóstico Veterinario Especializado del INTA Balcarce, constataron el efecto letal del insecto. Al momento, el único reporte por intoxicación databa de 1972, por lo que resultó un fuerte impacto para las producciones y algo totalmente inesperado.
En los exámenes post mortem, se observaron lesiones gastrointestinales severas con mayor afección del intestino delgado, enrojecimiento generalizado, presencia del insecto en el contenido ruminal, diarrea con y sin sangre, debilidad y muerte súbita. Todos los animales coincidieron en el mismo patrón, un consumo elevado de alfalfa con alta cantidad de insectos en las inflorescencias.
Al momento, continúan los estudios para establecer si aún el insecto seco mantiene la toxicidad, representando un problema en forrajes conservados. Además se buscará conocer el principio tóxico y las dosis letales.
Si bien la carga poblacional del insecto disminuyó, se mantiene la alerta sanitaria y se aconseja minimizar o evitar el consumo de forraje con altas concentraciones de siete de oro, como también evitar el consumo de inflorescencias que son las que atraen al insecto.