La siembra de maíz está a punto de comenzar, pero la incertidumbre entre los productores es creciente.
Entre los factores que explican esta situación, además de la amenaza del spiroplasma, que obliga a sembrar temprano, se destaca el temor a la falta de agua durante la siembra.
En los últimos cuatro años, las precipitaciones en septiembre estuvieron por debajo del promedio histórico de la región Núcleo, que es de aproximadamente 50 mm. En el oeste, las lluvias suelen variar entre 20 y 30 mm, mientras que en el este, particularmente en Buenos Aires, los valores pueden alcanzar entre 60 y 70 mm.
- En el 2020 Buenos Aires fue la provincia más beneficiada con lluvias que superaron los 50 mm durante el último fin de semana de septiembre. En contraste, Santa Fe y Córdoba sufrieron un déficit hídrico que se extendió durante casi seis meses.
- En 2021 aunque septiembre comenzó con buenas lluvias, la atmósfera no logró capitalizar la alta disponibilidad de humedad, y octubre tampoco cumplió con las expectativas.
- En 2022 septiembre cerró con mínimas precipitaciones, alcanzando récords negativos en varias localidades, especialmente en el norte de Buenos Aires. La región Núcleo recibió en promedio solo 13 mm, una cuarta parte de lo esperado.
- En septiembre de 2023, aún quedaba por sembrar el 50% del maíz temprano en la región. Los suelos estaban más secos que el año anterior, en un contexto de presiembra marcado por un “Niño” de intensidad fuerte que cumplió con las estadísticas en algunas áreas, pero dejó otras zonas con déficits significativos de agua.
Este contexto está generando un fuerte temor entre los productores. Además, el riesgo de una nueva “Niña” suma incertidumbre. Sin embargo, el evento proyectado tiene características diferentes a los de los años anteriores, incluso las últimas actualizaciones muestran un retraso en su aparición